Iniciar una relación de pareja con alguien que tiene un/a hijo/a conlleva una serie de emociones, preguntas, pensamientos y toma de decisiones de los que hablaré hoy. Este nuevo modelo de familia se llama reconstituida.
Para hacer más sencilla la escritura cada vez que ponga la palabra hija o hijastra será un término genérico para referirme tanto a si es niño o niña, así como a si hay un solo menor o varios.
· LA HISTORIA DE CLAUDIA
Claudia siempre dijo que no quería ser madre y lo tenía muy claro. Se sentía a gusto en su vida y nunca tuvo esa necesidad ni deseo. A la hora de conocer parejas, también tuvo claro que no quería conocer a alguien que tuviera hijos de relaciones anteriores. En muchos momentos, las emociones y el corazón no van a la par que los pensamientos, así que Claudia se enamoró de una persona que tenía una hija. Ninguna persona está preparada para eso ni tiene que estarlo.
A partir de aquí, comenzó un camino complejo y a la vez bonito con muchas preguntas, dudas, emociones, pensamientos con los que lidiar.
Hay temas que planteaba Claudia que suelen ser muy comunes en las familias reconstituidas:
· EL NOMBRE DE MADRASTRA/ PADRASTRO
La palabra madrastra y padrastro no suenan muy amigables. Lo que he encontrado del origen de la palabra madrastra es que en la antigüedad la tasa de muerte de las mujeres a la hora de dar a luz era muy alta por lo que había necesidad de que una nueva persona se encargase de los niños, y crecían bajo la tutela de una madrastra.
La imagen negativa del término (sobre todo el de madrastra) se debe a que las madrastras de los cuentos normalmente tenían un papel malvado y destruían la armonía familiar. En cambio, muy pocas veces aparece un padrastro malvado en los cuentos infantiles.
· CONOCER A MI HIJASTRA
No hay un momento idóneo para ello. Será importante hacerse unas preguntas antes sobre el propio deseo de dar ese paso. ¿Me apetece conocerle?, ¿Estoy segura en la relación de pareja con su padre/madre?, ¿Qué ideas tengo sobre cómo será?, ¿tengo ajustadas mis expectativas?. Antes de dar este paso es necesario que la pareja sienta una solidez y fortaleza porque este paso supondrá muchos retos futuros para la relación.
Las investigaciones más recientes que he revisado sugieren que la edad de los menores sí influye a la hora de incorporar mejor la llegada de una nueva pareja del padre/madre:
-Entre los 10 a 14 años suele ser el momento más difícil para adaptarse a una familia reconstituida, ya que es la edad de inicio de la pubertad y aquí aparecen gran cantidad de preocupaciones en los adolescentes.
-Los adolescentes más mayores (de 15 años o más), necesitan menos dedicación a su crianza y pueden pasar menos tiempo en la vida de la familia reconstituida. Dependerá de la relación previa con su padre/madre para aceptar a una nueva pareja.
-Los niños más pequeños (de menos de 10 años) suelen aceptar más a un nuevo adulto en la familia, sobre todo cuando el adulto es una influencia positiva. Es decir, que a estas edades suele ser más fácil la vinculación con ellos y la aceptación.
· ¿QUÉ ROL TENGO?
Claudia a veces ha tenido dudas sobre cómo ubicarse: ¿Marco normas y límites?, ¿Puedo regañar?, ¿a qué actividades voy?, ¿me muestro como amigo/a?, ¿tengo que quererle como si “fuera mi hija”?
Claudia se sentía EXTRAÑA cuando algún desconocido la confundía con la madre del menor y al principio no sabía si desmentirlo, si callarse o cómo actuar. No era su amiga ni tampoco su madre. Sí una adulta que será muy importante en el crecimiento de esa menor porque será otra figura de identificación, con quien apegarse, vincularse, comunicarse y expresar sus emociones.
Claudia tuvo que gestionar el equilibrio entre ser una figura afectiva y encontrar la manera de ejercer su papel. La hija de tu pareja puede resistirse a esta figura de autoridad sobre todo si lo percibe como un sustituto del progenitor biológico.
Convivir con una SENSACIÓN DE QUEDARTE “FUERA” cada vez que llega tu hijastra es algo a sostener que no es fácil sobre todo al comienzo y los primeros meses de ser familia reconstituida. Para poder sobrellevar esta sensación es necesario que haya TIEMPO EXCLUSIVO de pareja, de progenitor e hija y para ti, tus vínculos sociales y tus hobbies e intereses. Si puedes encontrar a otras madrastras/padrastros que estén viviendo tu misma situación te será de gran ayuda compartir experiencias.
La mejor manera de ir vinculándote con tu hijastra es a través de sus aficiones y juegos, y sin forzar, todo ello será de manera paulatina y progresiva. Y tienes que olvidarte de exigencias sobre cuánto tienes o no que querer a tu hijastra, ya que eso lo sentirás y estará bien sea lo que sea que sientas.
· SENTIR AMBIVALENCIA
Claudia expresaba sentir en muchos momentos ambivalencia. La ambivalencia es el estado de ánimo en el que coexisten dos emociones o sentimientos opuestos, como por ejemplo amor y odio al mismo tiempo.
A veces tenía muchas ganas de pasar tiempo con la hija de su pareja, y le incluía en planes, y quería que estuviera con ellos… mientras que otras, pensaba que no le apetecía, acababa cansada de rabietas o enfados de la menor, se frustraba por no entender muchos comportamientos…
Sentía que había pasado de una fase complaciente, de querer “darlo todo”, de esforzarse al máximo, a otra de empezar a frustrarse, a “quemarse”, a ver las dificultades… y estuvimos trabajando para que lograra tener una imagen más realista de la situación, ajustar las expectativas y el ideal de familia constituida que se había formado en la cabeza. Así poco a poco fue pudiendo equilibrar y aceptar pasar por sentimientos de amor y de rechazo, y que no era nada malo.
Ayudó mucho que entendiera que sentir emociones contrarias era algo natural y que podía tener un vínculo afectivo con la hija de su pareja y al mismo tiempo desear no verla en muchas ocasiones. Todas las emociones tenían cabida.
· MANEJAR LOS COMPORTAMIENTOS DE RECHAZO DE LA HIJA DE MI PAREJA
Los menores tienen menos recursos y capacidades para autorregular sus emociones y controlarlas. Cuando su padre o madre inicia una nueva relación de pareja pueden sentir abandono, ira, confusión… ya que después de haber perdido la estructura familiar original se pueden sentir divididos en cuanto a la lealtad a sus progenitores biológicos. Es por ello, que a veces pueden expresar enfado, frustración, tristeza a través de comportamientos de rechazo hacia la nueva novia o novio de su progenitor.
La hija puede sentir conflictos de lealtad: sentirse dividida entre todos sus cuidadores. Puede sentir culpa si forma vínculos afectivos con la nueva pareja de papá o mamá, preocupación por si sus progenitores se sienten traicionados, puede llevarles un tiempo adaptarse a las nuevas dinámicas familiares (nuevas rutinas, reglas y relaciones con su madrastra/padrastro). También la menor puede sentir celos hacia la nueva pareja de la madre/padre.
Con Claudia trabajamos qué límites quería poner ella frente a algunas situaciones, que pudiera expresar qué cosas podía aceptar y cuáles no. Por ejemplo, había algunos momentos que necesitaba irse a una casa que ella tenía cuando la convivencia se le hacía más difícil.
· ¿QUÉ LUGAR TENGO PARA MI PAREJA? ¿Y EN LA FAMILIA RECONSTITUIDA?
El lugar de una pareja y el lugar de un hijo están en categorías distintas. Creo que no se pueden comparar ni buscar que haya una elección. Tu pareja puede responder que quiere a ambos en las categorías diferentes.
Es fundamental que tu pareja pueda empatizar contigo, que entienda que para ti es difícil el trato con su hija porque quizá nunca antes habías tenido relación con una menor ni tienes por qué saberlo.
Claudia podía expresar todo lo que sentía con su pareja. Sentía que eso le ayudaba mucho y que su pareja entendía su postura todo el tiempo. A veces no se ponían de acuerdo con cosas o veían las situaciones de manera muy diferente, pero eran capaces de hablarlo, escucharse y entenderse.
Las decisiones relevantes sobre la vida de la menor les conciernen a los progenitores y si hay convivencia, poco a poco irás encontrando tu lugar también como figura de autoridad, que no tiene por qué ser autoritaria. Irás encontrando tus límites, pudiendo expresar tus necesidades y no tienes que adaptarte a todo y puedes decir que “NO”. Tus necesidades, sentimientos y bienestar son tan importantes como las del resto.
Por último, recomiendo un cuento que se llama HAY AMOR PARA TODOS que habla de cómo si la familia crece, aumenta el número de personas que quieren a tu hija y a las que tu hija puede querer igualmente.
Claudia ha podido ir haciendo un trabajo terapéutico para entender todo lo que iba sintiendo y también ha podido entender mucho mejor a su pareja y a la hija de ésta. Actualmente han conseguido un equilibrio saludable para todas aunque ha sido una carrera de fondo, y viven felices siendo familia reconstituida.