Cuando una persona vive una experiencia traumática suele venir acompañada de cierto grado de disociación y es por ello que me parece muy importante entender este concepto. Dependiendo cómo sea dicha experiencia traumática (cuándo, cómo, con qué frecuencia, si hubo personas que agredieron y quiénes fueron…) hablaremos de distintos tipos de disociación.

·       LA DISOCIACIÓN Y LA INTEGRACIÓN

          La disociación es el mecanismo que utiliza nuestro cerebro cuando una experiencia es demasiado AMENAZADORA, PELIGROSA O ABRUMADORA para que la persona pueda integrarla totalmente especialmente cuando no existe un apoyo emocional adecuado.

      Realmente es un mecanismo de SUPERVIVENCIA, ya que permite seguir con una vida “normal”, apartando todo lo doloroso del pasado. Todos los niños/as que en su infancia tuvieron que vivir experiencias de abuso, maltrato, negligencia… tendrán a la disociación como un compañera de viaje hasta que en la vida adulta puedan ir entendiendo y descifrando todo lo que les sucedió.

       La integración es el objetivo a lograr ya que es todo lo contrario a la disociación. Integrar implica aprender a diferenciar el pasado del presente, mantenernos en el presente aunque recordemos aspectos de nuestro pasado y a tener una percepción clara de quiénes somos.

·       DIFERENTES NIVELES DE LA DISOCIACIÓN

      Pondré dos ejemplos para que pueda entenderse a qué me refiero con distintos niveles de la disociación:

         El primer ejemplo: Rocío sufrió un grave accidente de tráfico mientras estaba de vacaciones en un país extranjero con su marido e hijos. Ella era quien conducía. Pide consulta conmigo y no recuerda apenas nada de dicho accidente. Tiene pesadillas, durante el día le vienen flashbacks que describe como breves fotogramas de momentos del accidente y del tiempo de después hasta que les rescataron. Se siente hiperalerta durante el día, tiene mucho miedo que no entiende y ganas de llorar constantes.

          El segundo ejemplo: Isabel es dada en adopción por su familia biológica siendo pequeña. Su padre adoptivo abusó sexualmente de ella durante toda su infancia. En su adolescencia sus padres adoptivos se separan y ella se queda a vivir con su madre adoptiva. Pide consulta conmigo cuando comienza la Universidad, ya que ha conocido a un chico y en su primera experiencia sexual con él, su cuerpo se queda paralizado y tiene una sensación de bloqueo. Llegó a consulta con todo el material del abuso por parte de su padrastro disociado (separado de la conciencia).

           En ambos ejemplos la disociación está presente, pero a niveles distintos:

         -En el primero: la disociación aparece como si un interruptor de la luz se hubiera apagado. Rocío tuvo que desconectarse porque la experiencia fue tan abrumadora. Recuerda retazos del accidente y del tiempo de rescate, “como fogonazos” de imágenes que además duda de si realmente fueron así o se los está inventando. Todos los elementos de la experiencia aparecen desintegrados, Rocío no tiene una narrativa construida acerca de sus creencias, emociones, sensaciones fisiológicas y comportamientos de todo lo ocurrido.

        En este nivel de disociación, la desconexión se puede sentir como un embotamiento emocional, sentir que el cuerpo está anestesiado, paralizado, tener la sensación de que hubiera sido un sueño, no tener claro qué fue o no real, hay personas que tienen la sensación como si se vieran desde fuera, o quienes sienten una desconexión de uno mismo o del cuerpo.

         -En el segundo: aquí la disociación tiene que ver con una historia de apego traumática, con no haber podido configurado una identidad y una integración de quiénes somos como un todo. En estos casos no hay cuidadores coherentes, sensibles, sanos que ayuden a identificar ni entender sus necesidades, no existe una sensación básica de seguridad, hay sensaciones internas de tener pensamientos y emociones contradictorias e incoherentes.

·       EL TRABAJO EN TERAPIA

           Para trabajar con cualquier situación traumática y la disociación acompañante será recomendable la ayuda de psicoterapia. Es muy importante que el/la psicoterapeuta tenga formación específica en este área, así como experiencia. El terapeuta tiene que ser capaz de leer adecuadamente todo lo que el paciente le irá mostrando y ayudarle a ir traduciendo lo que nadie le ayudó a traducir antes. Y todo esto hacerlo al ritmo que la persona pueda ir, sin precipitarse a trabajar con el material traumático sin haber entendido bien el mundo interno que presenta la persona.

      Uno de los objetivos de la terapia con personas que vienen con disociación por situaciones traumáticas será ayudarles a mantener una ATENCIÓN DUAL, esto es, estar con un pie en el presente mientras se están mirando situaciones del pasado donde colocamos el otro pie. Es habitual que las personas sientan que “se van al pasado y lo reviven como si volviera a pasar”, y es por ello que continuamente tendrán que aprender el ejercicio de volver al presente.

·       EL EJERCICIO DE “ESTAR PRESENTE”

           Estar en el presente implica ser consciente de lo que nos rodea y el pasado queda atrás. En general, las personas que se disocian a causa de una historia traumática tienen dificultades para permanecer en el presente

      El siguiente ejercicio que propongo ayuda a centrar la atención en el AQUÍ Y EN EL AHORA. Focalizando la atención en los 5 sentidos seremos capaces de sentirnos arraigados en nuestro presente:

     -VISTA: Mirar atentamente el lugar en el que nos encontremos, qué vemos a nuestro alrededor, nombrar en voz alta lo que estamos viendo e incluso describir dichos objetos según su forma, color, textura, tamaño.

          Ejemplo: Estoy en el salón y veo un cojín de color azul cuadrado, un sofá marrón, un ventanal blanco… Estoy mirando mi reloj, son las 17 horas y veo que hoy es lunes día 23 de Julio y estamos en el 2023… Es decir, algo que también puede orientar al presente es nombrar el día, la hora y el año en el que estamos, o incluso nombrar la edad en la que tenemos en este momento presente.

       -OÍDO: centrarnos en sonidos que puedan escucharse en el momento presente, ya sea dentro del lugar donde estemos o fuera en el exterior y prestarles atención. ¿Es agradable el sonido?, ¿O por el contrario desagradable?, ¿Se escucha fuerte o flojo?

        Ejemplo: “Aquí y ahora estoy escuchando el sonido de los pájaros en la ventana, estoy en mi casa, estoy segura, aquí no me va a pasar nada”.

      -TACTO: tocar la ropa que llevemos puesta, tocar el material de que está hecho donde estemos sentados.

      Ejemplo: Empujar en el suelo con los zapatos que llevemos puestos, notando los calcetines, los zapatos empujando una alfombra o un suelo, este suelo te sostiene. También puedes notar si la silla/ sofá donde estés sentado/a es áspera, suave, está fría, caliente…

      -GUSTO: tener un chicle, un caramelo con sabor que se introduzca en la boca ayuda a sentirnos enraizados en el presente. También beber agua puede ayudar a conectarnos con el presente.

         -OLFATO: llevar algo que nos podamos llevar a la nariz con un olor agradable: crema de manos, una colonia… ayudará a traernos al presente.

        Por lo tanto, entender la DISOCIACIÓN vinculada a las experiencias traumáticas y cómo manejarla será un aspecto imprescindible de las vidas de todas aquellas personas que vayan a trabajar sobre ello.

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