Hace apenas unos días fui a coger un avión y viví lo que es el overbooking. Éramos 37 personas desconocidas sin billetes en una situación de incertidumbre. De repente nos acercamos y fue muy interesante la rapidez en la que puede formarse un grupo social a partir de una situación común. Es por ello que hoy vengo a hablar de las dinámicas grupales, de la necesidad de pertenencia a un grupo y de cómo nos influye.

·       CONCEPTO DE GRUPO

Un grupo se forma cuando dos o más personas interactúan y se unen para lograr un objetivo común. Es más probable que un grupo se desintegre cuando sus miembros se vuelven muy diferentes o ya no existe aquello que les unía.

Las funciones que tienen los grupos son diversas: satisfacer la necesidad de pertenencia (tener relaciones positivas, crear vínculos afectivos, apoyo, compartir), proporcionan información, nos ayudan en nuestro sentido de identidad al identificarnos con grupos o facilita la toma de decisiones.

La necesidad de pertenencia a un grupo puede ser tan alta que podemos ser capaces de vernos influidos por el grupo y de cambiar nuestros comportamientos por presión grupal. Os voy a contar varios experimentos que llevaron a cabo donde se puede ver claramente esa influencia social del grupo.

·       LA CONFORMIDAD: EL EXPERIMENTO DE ASCH

¿Qué hago cuando sé que tengo razón pero el resto del grupo no está de acuerdo conmigo?, ¿Me someto a la presión del grupo o me mantengo siendo la voz diferente?.

Asch propuso que a diferentes personas se les mostraba una línea y se les pedía que tenían que hacer coincidir la longitud de esa línea con otras tres que se ofrecían posteriormente (sólo una de las tres era la correcta). Había un grupo que intencionadamente decía líneas equivocadas, y los resultados revelaron que un 40% de personas aún estando convencidas de que era errónea la línea escogida, se sometían a la presión de grupo y elegían la que había dicho la mayoría aunque fuera incorrecta. Un 25% solo fue capaz de desafiar la opinión mayoritaria todas las veces, y el resto iban cambiando de respuestas. 

·       LA OBEDIENCIA EN EL GRUPO: EL EXPERIMENTO DE MILGRAM

Milgram quiso averiguar cómo alguien puede cambiar su comportamiento para complacer a una figura de autoridad. Propuso a un grupo de participantes que tenían que seguir las órdenes de un líder que les diría cuándo aplicar descargas eléctricas a otras personas (dichas descargas eran fingidas pero este dato no lo conocía el que aplicaba la descarga). Incluso cuando las personas que recibían descargas se quejaban de mucho dolor y lo expresaban, el 65% de los participantes continuaban aplicando dichas descargas por órdenes del líder aun observando el dolor  y no fueron capaces de rebelarse contra la autoridad.

 

·       LOS ROLES EN EL GRUPO: EL EXPERIMENTO DE LA PRISIÓN DE STANFORD.

Zimbardo instaló una prisión falsa y reclutó a participantes que dividió en dos grupos: unos serían los prisioneros y los otros serían los guardias. Se les pedía que actuaran según el rol que les había tocado. El experimento iba a durar dos semanas pero tuvo que pararse a los seis días porque los guardias se volvieron muy agresivos y los prisioneros estaban ansiosos y alterados emocionalmente a causa del rol de los guardias. (Hay una película que se hizo sobre este tema por si os apetece verla: “El experimento”)

 

·       LA DIFUSIÓN DE LA RESPONSABILIDAD: EL EFECTO ESPECTADOR

El efecto espectador es el fenómeno por el cual la probabilidad de que una persona en situación de emergencia reciba ayuda es menor cuanta más gente haya presente en ese momento (espectadores).

John Darley y Bibb Latané decidieron estudiar este tema a raíz de que en Nueva York en los años 60 una mujer llamada Kitty Genovese fuera asesinada habiendo 38 testigos presentes que no proporcionaron ayuda.

Estos autores crearon una situación simulada en la que a una persona le daba un falso ataque epiléptico y evaluaban cuánto tardaban las personas participantes en pedir ayuda o en socorrerle. Había dos situaciones: en la que el participante estaba solo y en la otra eran un grupo de 7 personas. Lo que comprobaron es que cuando el participante estaba solo tardaba menos de 1 minuto en reaccionar para pedir ayuda, mientras que cuando estaban en el grupo, el participante tardaba más de 2 minutos en reaccionar, es decir más del doble.

·       LA NECESIDAD DE PERTENENCIA: MI PROPIO EXPERIMENTO

Y ahora os voy a contar mi experiencia en el aeropuerto el otro día aunque no se puede contar como un experimento como tal pero refleja la rapidez en formar grupo en un situación adversa y cómo nuestra necesidad de pertenencia nos lleva a esa unión. Éramos 37 personas sin billete que nos acercamos físicamente, hicimos un círculo, empezamos a compartir de manera espontánea los sentimientos que nos provocaba esa situación, relatamos experiencias (algunos tenían que coger otros vuelos que perderían, otros tenían unas entradas para un partido al que no llegarían, otra tenía que entrar a trabajar y no llegaría, otra contaba cuántas veces había vivido overbooking…) y nos escuchamos. Las historias de cada uno eran distintas, todos y todas éramos muy diferentes entre nosotros/as pero nos unía no tener billete y la incertidumbre de no saber si entraríamos o no en el vuelo frente al grupo enorme que sí tenía billete. En ese tiempo nos dimos apoyo, empezamos entre todos a pensar en posibilidades para llegar a Madrid si no entrábamos en el vuelo, hicimos bromas para calmar el ambiente de tensión que se estaba viviendo. El grupo fue un sostén. Y tan curioso me pareció la rapidez en la que se formó el grupo social como la rapidez en la que se deshizo cuando ya no mantuvimos esa adversidad común: una de las chicas del grupo vio a través de la aplicación de la compañía que le habían asignado un asiento y se despidió la primera. Tengo que decir que hasta le había cogido cariño en el poco tiempo que habíamos compartido. Y así fue como poco a poco nos fueron asignando asientos y el grupo de los sin billetes se desvaneció.

Sin duda, en esas horas de incertidumbre hasta saber qué pasaría con nosotros/as, pertenecer a ese grupo fue muy gratificante, satisfactorio y reconfortante al sentir una compañía y un apoyo en esa adversidad.

Para terminar, mi conclusión es que la pertenencia a grupos es esencial en nuestras vidas. Y pensando también en el ámbito terapéutico, la terapia grupal es una experiencia muy enriquecedora y complementaria con la terapia individual.

 

 

 

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