He querido dedicar este post a todos aquellos familiares que tienen al lado a una persona con Alzheimer. ¿Por qué lo he titulado perder a una mitad?, porque hay una ausencia psicólogica de la persona enferma pero no física. El ser querido está presente, pero su mente no.

El otro día me emocionaba cuando me decía un familiar que tiene a su padre enfermo de Alzheimer: “Hay momentos que se me hace muy difícil, no puedo relacionarme con él, aunque está ahí delante físicamente. Es mi padre, y a la vez, no es mi padre”. Es como si de repente, se hubiera abierto una brecha que dividiera a la persona en dos.

Cuando uno tiene un familiar enfermo de Alzheimer, se produce una sensación de pérdida ambigua, el duelo se congela, se queda a la mitad, porque uno tiene que hacer un duelo por la ausencia psicológica pero no puede hacerlo por la ausencia física.

El duelo es la elaboración de toda pérdida a la que uno se tiene que enfrentar (fallecimiento de un ser querido, de un trabajo, ruptura sentimental…), y en la que existen diferentes fases:

-Aceptación de la pérdida

-Expresión y manejo emocional

-Adaptarse a la vida en la que ya no va a estar “lo perdido”

-Hacer una recolocación de “lo perdido” para que uno pueda seguir viviendo

Un familiar de un enfermo de Alzheimer puede entrar en la primera fase, aunque la aceptación va a depender de cada persona. Se puede empezar a aceptar que su familiar se va a marchar, aunque en este proceso siempre estará presente la incertidumbre, ya que no hay una fecha exacta, incluso podemos hablar de años. Tolerar la incertidumbre no es tarea fácil, ya que nos suele dar más seguridad tener el conocimiento de cuándo algo va a ocurrir.

La segunda fase, la expresión y manejo emocional, viene cargada de una gran ambivalencia. Sentir tristeza, enfado, culpa y autorreproches, soledad, impotencia, miedo… son algunas de las muchas emociones por las que el familiar del enfermo de Alzheimer atraviesa. En la terapia con familiares, yo suelo hacer esa distinción entre las dos mitades del familiar, porque facilita la expresión de las emociones: qué sienten hacia la parte psicológica que ya no va a volver más, y qué sienten hacia la parte física de la persona. De esta manera, pueden permitirse expresar pensamientos o emociones difícilmente tolerables, como por ejemplo, que en ocasiones, puedan expresar que sienten deseo de que la parte física ya no siga viva sin sentir culpa.

La tercera y cuarta fase no puede elaborarse al completo, ya que sólo se ha perdido “una mitad”. Por ello, anteriormente comentaba que el duelo se queda parado, y sólo se puede hacer en parte.

Otro aspecto muy importante que yo siempre pregunto a mis pacientes frente a una pérdida es si han podido despedirse. La despedida es un aspecto muy personal e íntimo, y cada persona tiene que descubrir de qué manera necesita despedirse. En los familiares de enfermos de Alzheimer, hay que trabajar en la despedida de la parte psicólogica del familiar, es un primer adiós, que después habrá que cerrar cuando la parte física se marche.

Suele existir un/a cuidador/a primaria cuando un miembro de la familia está enfermo de Alzheimer, y hay que prestar una especial atención a esta persona, para que reciba apoyo y pueda tomar distancia del vínculo emocional con su familiar.

Me despido de este post, con todo mi apoyo y cariño para los familiares de enfermos de Alzheimer.

 

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